Porno casero con una sesentona hambrienta de rabo
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Estos dos desconocidos se habían retado a ver si podían follarse a una abuela durante la tarde, y después de intentarlo con muchas viejas que venían de la compra encontraron en la calle a esta mujer. La rubia tetona no tenía ningún tipo de compromiso porque estaba separada y quería sexo, así que no tuvo ningún reparo en irse con ellos a su casa para disfrutar otra vez de un buen polvo.
Este hombre casado tenía la tarde del sábado libre y como quería practicar sexo salió con el coche para recoger a alguna prostituta que estuviera buscando clientes en la carretera. Esa vieja rubia seguro que no era la más atractiva de todas, pero tenía mucha experiencia con las pollas y por unos pocos euros se dejó follar el agujero del culo sin poner ningún problema.
Después de muchos años de aburrido matrimonio su abuela llegó al límite de la paciencia y se separó de su esposo, por lo que tenía que empezar de cero a la hora de volver a conocer gente para salir. Aprendió a utilizar las aplicaciones de citas para buscar hombres dispuestos a tener sexo con ella, y en pocos meses se convirtió en una verdadera adicta a las pollas.
La vieja inquilina llamó a su casero porque se le había estropeado una persiana del comedor, y el hombre acudió por la tarde para ver si la podía arreglar él mismo. Pero esa zorra separada sólo podía mirarle el culo y se estaba poniendo cachonda pensando en su polla, así que le dio las gracias echando un gran polvo en el sofá.
La vieja se puso a regar las plantas sin darse cuenta de que el agua estaba cayendo a la calle, y cuando vio que había mojado a un chico lo invitó a subir a casa para dejarle una toalla. El chico se quitó la ropa para secarse sin pensar en que la mujer se estaba poniendo cachonda, pero cuando esa guarra empezó a comerle la polla no se quejó porque él también iba muy salido.
El joven había conocido a esta abuela porque su madre trabajó como mujer de la limpieza en su casa, y como le dijo que tenía mucha pasta empezó a ligar con ella. Aunque tenía más de sesenta años la abuela era muy coqueta y se arreglaba todos los días, así que a pesar de que sabía que estaba con ella por dinero valía la pena por volver a tener sexo todos los días y llegar al orgasmo.
Esta vieja rubia cogía todos los días el mismo autobús para ir a trabajar como niñera en una casa de las afueras, por lo que poco a poco fue haciendo amistad con el conductor que lo llevaba. Como la mujer estaba separada y no tenía pareja desde hacía tiempo un día invitó a ese gordo calvo a su casa, y como los dos estaban igual de desesperados acabaron follando nada más entrar por la puerta.